martes, 27 de diciembre de 2011

miércoles, 21 de diciembre de 2011

No se que es peor: los enlaces esos de "[inserte número exageradamente grande aquí] mujeres no entendieron esto", o las pelotudas que los comparten para decir "aaay, yo sí entiendo, pajerosssss".

domingo, 11 de diciembre de 2011

Con la segunda guerra mundial se aseguraron que Alemania no pudiera surgir como primer potencia mundial. Es chistoso ver como ahora es el único que no está en crisis #Wie ein Chef

viernes, 9 de diciembre de 2011

Lo que el viento NO se llevó #1

  • Existe un video más odiado que 'Friday' (de Rebeccka Black).
  • En Rusia se armó la gorda porque Putin arregló las elecciones (y nunca aprendió a contar).
  • Mi ex es una calientapijas de mierda, pero me re puede (no tiene nada que ver, pero estuve pensando en eso desde hace 20 minutos) (no hay fotos ni enlace para esto (¿o sí?)).
  • San Lorenzo perdió contra Independiente (no leí la noticia entera, ni me interesa hacerlo, pero conozco un compañero alguien que se va a comer un par de puteadas).

martes, 6 de diciembre de 2011

(No sabía que título ponerle)

Desde el momento en que la vi salir del departamento supe que habrían problemas. Era la típica mina que esperas ver en una esquina hablando por la ventanilla del auto con un pelotudo que necesita un poco de “one night action”, como le decimos en el barrio (na, lo acabo de inventar), discutiendo el precio, porque encima de loser es tacaño. “No discrimines”. Me dije a mi mismo. “No debe ser taaan así”. Pero después abrió la boca y me di cuenta que no era así… era peor. No se si fue el aliento a **** lo que me repugnó más, o el hecho de que me saludó diciendo “Eh guacho, ¿todo bien?”. Desde ese preciso instante, una bestia que había podido controlar hasta entonces, salió a la luz. Mis ganas de asesinarla empezaron a aumentar, llegando a niveles a los que ni mi profesora de Inglés de sexto (de la primaria) había llegado (y eso que la odiaba a la hija de puta esa).

“¿No tenés algo más… movido?” me preguntó cuando prendí el estero del auto.

“¿Algo como qué?” le pregunté, esperando una respuesta que sabía no la iba a obtener.

“Y, no se… El dipy, o algo así.” En mi mente ocurrían miles de escenas dignas de una película de algún director copado de películas de acción, en las que la mataba una y otra vez.

“That’s it, bitch!” decía mi alter-ego imaginario mientras descargaba un cartucho de uzi en el cuerpo de esa cosa (no lo mencioné cuando la describí, pero era fea… MUY fea). Su sangre pintaba de rojo la escena, mientras yo me reía maníaticamente.

Pero nada de eso pasó (lamentablemente). “No, (hija de puta) báncatelo.” Le respondí una vez que volví a la realidad, y subí el volumen de From whom the bell tolls (si no sabés de quien te podés ir de acá) lo suficiente como para no escuchar como se quejaba de lo “satánica” que era la música (sé que dijo porque soy el escritor, pero no la escuché).

Luego de viajar por muuuucho tiempo, llegamos a nuestro destino. “Bajate” le dije, tan seco como pude. Me hizo una cara de culo tremenda, bajo del auto, y se fue al hotel donde la estaba esperando el padre.

Y yo me quedé ahí, viendolé el culo mientras subía por las escaleras (de cara asustaba, pero el culo lo tenía bien hecho… en los dos sentidos). Saqué un pucho del bolsillo de adentro del saco, lo prendí (estaba medio difícil fumar con el cigarrillo apagado), y me fui a buscar a mi próxima víctima… eh, digo, pasajero.